El artículo analiza la experiencia de distintos jóvenes en distintos programas de mentoría. La autora recoge que no todos los enfoques en la mentoría tienen el mismo impacto. En Estados Unidos, aunque los inicios de los programas de mentoría datan de principios del siglo XX, el interés en el foco de intervención se ha incrementado a partir de los años noventa.

Los programas de mentoría no sustituyen el apoyo familiar o comunitario, sino que son una pieza más el puzle hacia una inclusión social plena. Desgraciadamente, muchos adolescentes no consiguen o no tienen mecanismos para tejer este tipo de relaciones de apoyo con adultos debido a cambios familiares, la exigencia del trabajo de los padres y madres, etc. Estos contextos de cambio a nivel económico, social y/o cultural aumentan el índice de vulnerabilidad de muchos adolescentes.

Numerosos investigadores sobre la resiliencia y contextos de riesgo han subrayado la influencia de las relaciones de apoyo entre jóvenes y adultos (Masten & Coatsworth, 1998; Garmezy, 1985; Werner & Smith, 1982). Muchos estudios refleja la influencia positiva de la mentoría en la mejora de las relaciones familiares, en los resultados académicos, en la autoestima y en la  reducción de la reincidencia en acciones delictivas y en el abuso y consumo de sustancias.

Para conseguir estos efectos, estimar la duración de la relación entre mentor y mentorado dentro del programa es de vital importancia, señala Rhodes. Se ha comprobado que aquellas que han durado como mínimo un año ha tenido impactos positivos en los resultados académicos, psicosociales y de comportamiento del adolescente. Según Rhodes, los efectos de la mentoría se empiezan a reflejar a partir de los seis meses. Así, el abandono del programa antes de tiempo puede tener consecuencias negativas en el adolescente. Estos abandonos del programa pueden ser consecuencia de que, por ejemplo, los voluntarios no tengan el tiempo suficiente para las demandas de la mentoría, por falta de formación o problemas logísticos, o  por falta de un seguimiento adecuado de los mentores. También es clave la evaluación de los programas de mentoría, en su diseño, su monitoreo y control. La autora recoge la importancia de implementar adecuadamente los programas y evaluarlos, así como también ampliar los esfuerzos de reforzar el cuidado de los adolescentes en los ámbitos familiares, escolares y comunitarios.

Fuente: Rhodes, J. (2001). ‘Youth Mentoring in Perspective’, The Center Summer. Republished in the encylopedia of informal education.

Disponible en: http://www.infed.org/learningmentors/youth_mentoring_in_perspective.htm

El informe «Resultados del estudio de evaluación del impacto de los programas de mentoría social» analiza el impacto en las personas mentoradas de tres programas de mentoría social que se realizan en Catalunya: el Proyecto Coach, el Programa Referents y el Proyecto Rossinyol.

Los tres programas trabajan con jóvenes y adolescentes en situación de vulnerabilidad, riesgo o de exclusión social. Todos estos programas tienen un impacto social positivo.

En este sentido, los datos recogidos en el estudio aportan evidencias del impacto a corto plazo y muestra algunos indicios sobre cuáles pueden ser los beneficios que aporta la mentoría en el desarrollo personal de las personas mentoradas y mentores.

El informe recoge que con los programas de mentoría las personas mentoradas augmentan sus aspiraciones y expectativas educativas. Ello se refleja tanto en la actitud hacia los estudios actuales como en la búsqueda de nuevas vías para formarse o estudiar, más allá de los programas en los que se encuentran.

Los autores destacan que la mentoría mejora el desarrollo emocional en las personas mentoradas, causando un impacto positivo y efectivo en ellas. El mentor promueve el desarrollo emocional de los jóvenes a través del aumento de la autoconfianza y la autoestima.

También se presentan una serie de recomendaciones con el objetivo de promover los programas de mentoría en la sociedad, la administración pública, las empresas o las organizaciones sociales:

Diseñar el programa de mentoría con objetivos mejor definidos y focalizados.

Contextualizar el programa de mentoría a la realidad en la que se quiere implantar.

Integrar en un programa de mentoría distintos agentes, partners y/o colaboradores para contribuir en la difusión del proyecto y en la sensibilización.

Asegurar un acompañamiento y un seguimiento constante de las personas mentores y mentoradas por parte de un profesional técnico de referencia.

Formar previamente a los mentores sobre los objetivos específicos que el programa de mentoría específico quiere conseguir.

Un programa sostenible en el tiempo. Es importante que los programas se diseñen para que tengan continuidad, se evalúen, revisen y se puedan replicar en un futuro.

Establecer protocolos para dar respuesta a posibles problemas que se deriven de un programa de mentoría.

El informe fue realizado en 2013 por el grupo de investigación sobre mentoría por la Universidad de Girona para la Coordinadora de Mentoría Social.

Descárgate el informe “Resultados del estudio de evaluación del impacto de los programas de mentoría social”: