La aportación de la mentoría social al acompañamiento de la adolescencia durante la pandemia

Artículo de Sara Desirée Ruiz,
Educadora Social y Coordinadora del proyecto MODUM de mentoría social para el éxito educativo en AEIRAVAL

TW: @SaraDesireeRuiz // IG: @adolescencia.sara.desiree.ruiz

Las consecuencias que la pandemia está teniendo en la población adolescente tienen su origen en la fase de desarrollo por la que pasa el cerebro en esta etapa de nuestro ciclo vital. En la adolescencia el sistema límbico de nuestro cerebro, encargado de nuestras emociones, está muy reactivo y sentimos la necesidad de experimentar cosas nuevas continuamente y buscar actividades que nos producen sensación de recompensa constantemente. Se da la circunstancia de que muchas de las actividades gratificantes que escogen las personas adolescentes son arriesgadas y el córtex prefrontal de nuestro cerebro, que nos permite controlar nuestra conducta, está desarrollando aún las funciones que nos posibilitan hacerlo.

Por todo ello, las personas adolescentes tienen grandes dificultades para anticipar los riesgos, controlar lo que hacen cuando las empujan las emociones, muy intensas en esta etapa, y anticipar las consecuencias emocionales de lo que hacen o van a hacer. Sienten muy intensamente y son especialmente sensibles al estrés. Las emociones nacen como respuesta a las situaciones que nos vamos encontrando mientras vivimos y nos ayudan a adaptarnos a ellas. Así mismo sucede con el estrés, que se activa cuando detectamos una amenaza y nos prepara físicamente para hacerle frente.

El estrés puede ser particularmente peligroso durante la adolescencia. Cuando se detecta una situación potencialmente peligrosa, nuestro cerebro libera adrenalina para poner a nuestro cuerpo en acción y, aproximadamente media hora después, libera una hormona, la tetrahidropregnanolona, que nos ayuda a volver a la calma. Pues bien, en las personas adolescentes esta hormona tiene el efecto contrario: en lugar de calmar el estrés, lo aumenta. Por este motivo las personas adolescentes son más sensibles al estrés y tienen mayor dificultad para autoregularse cuando se sienten estresadas.

Es importante destacar que las situaciones de estrés y ansiedad dificultan el aprendizaje, disminuyen la motivación, las empujan a tomar decisiones arriesgadas y afectan a su salud mental si se mantienen durante un largo período de tiempo. Con todo esto ya podemos entender la cantidad de consecuencias que ha tenido, está teniendo y tendrá la pandemia en el colectivo adolescente. No se nos escapa que la situación de estrés sostenido al que nos ha enfrentado la pandemia, sumada a la prohibición del contacto social y la obligación de quedarse en casa junto a la familia han dificultado las tareas evolutivas de la etapa y han impactado en el desarrollo de las personas adolescentes.

Es importante que las emociones formen parte de nuestro día a día, que lo emocional tenga un espacio en nuestra relación y que podamos anticipar las situaciones que tienen potencial para causarles estrés para proteger su desarrollo. Por todo esto, la detección y atención del malestar emocional es una de las cosas más importantes cuando acompañamos la adolescencia. En eso se basa el acompañamiento prudente de la adolescencia que propongo. Es importante que las familias puedan conocer la etapa, los indicadores de riesgo que anticipan situaciones emocionalmente estresantes y las pautas para prevenir y atender las conductas de riesgo, así como para acompañar las consecuencias desagradables cuando estas se producen.

En las familias que viven en situación de vulnerabilidad, la falta de recursos puede hacer que el acompañamiento emocional se vea comprometido, más aún con la situación provocada por la pandemia. La mentoría social se convierte en una gran alternativa para darles apoyo en esa importante tarea y en la detección de indicadores de riesgo. Esta metodología nos permite llegar hasta donde no llegan las diferentes organizaciones que atienden a las personas adolescentes en situaciones vulnerables. La mentoría social nos permite dar apoyo a las familias y servicios del barrio en el que trabajamos, ofreciendo un espacio en el que las personas adolescentes pueden aprender a sostener y calmar el malestar emocional, reflexionar para encontrar el sentido de su proyecto de vida, tomar decisiones acompañadas, desarrollar habilidades sociales, construir una autoestima sana, etc., para proteger este momento tan importante de su desarrollo y favorecer que alcancen su vida adulta con las mayores oportunidades posibles.